El verano se esfumó y abrió paso a un abril ámbar. Junto a las hojas muertas en las calles: los recuerdos.
Me acuerdo, sí; no hubo nada más dulce que mezclarme en tu perfume. El más suave de los castigos era compartir la sábana y la almohada, mientras tu piel me explicaba que no había nada que explicar.
Dos cigarrillos eran la distancia para encontrarte. Tu casa, la puerta y después vos. Las paredes blancas y la alfombra manchada. Las ventanas siempre abiertas, y la brisa veraniega danzando entre mis piernas.
Me acuerdo, sí. Y ahora, entre las hojas muertas en las calles: la rutina.
Despertarme, buscarte entre los recónditos espacios de la cama, caminarte en las mismas veredas angostas, pensarte en los mismos bancos grises; acostarme, volver a buscarte entre las sábanas pero, ahora, sin encontrarte.
Antes que llegue abril, nos envolvimos de desencanto, cada uno admiraba distintos cantos. Creo haberte cruzado en algún lugar. La tensión transformó el aire y ya no supe ni mirar. Escondí mis ojos bajo el flequillo espeso, tu sombra me rozo pero cuando me di vuelta, ya estabas lejos.
Y así estamos: sobreviviendo por otras voces, esquivando el encuentro, desafiando a las estaciones hasta que algún verano nos encuentre libres y de la mano.
Canciones Leídas: Me Quedo Aquí
Hace 11 años