jueves, 26 de marzo de 2009




No somos maniquís. Se nos eriza la piel cuando los oídos se aturden con silencios cómodos. Puedo asegurar que lloramos, a veces, más de lo debido. Nos movemos, jugamos con nuestros cuerpos, las pieles se buscan, se repelen y nuestras miradas no entienden. Pensamos hasta que nos duela la cabeza, o quizás el corazón. También sonreímos, nos dibujamos carcajadas gigantes en el rostro, algunas se quedan ahí y otras, más atrevidas, se encaprichan con adornarnos hasta los pies.

No soy un maniquí. Siento hasta que duela, siento hasta que sangre y me desangre. Subo un escalón y desciendo cien. Tengo cosquillas en la panza, en la espalda y en los pies. Cuando mastico, mis dientes chocan y, de vez en cuando, me muerdo la lengua. Te pienso y te detesto. Duermo hasta el cansancio, más nunca me cansé de soñar. Y aunque nadie lo entienda, mis palabras son silencios, hablo para que no me escuchen en la quietud, hablo para opacar lo que realmente quiero decir.

Entonces, si no soy un maniquí, ¿por qué te empeñas en decirme que no llore? Si, después de tanto tiempo, volvés haciendo de cuenta que acá no hay ningún corazón latiendo, si apareces con tus palabras que abrigan pero asfixian.

Cómo querés que no llore si me duelen hasta los huesos cuando te pienso. Y cómo no pensarte, si vos te encargas de recordarme que existís. Cómo no llorar si te empeñas en recargarme de lágrimas hasta la sombra. Entonces, dale, decime: ¿CÓMO? ¿Cómo hago para no llorarte mientras te tenga incrustado entre las pestañas, mientras tu imagen aparezca una y otra vez?

Perdonáme, pero no. No puedo no llorar. Aunque digas mentiras, sos de verdad. Y mi corazón es tan real, late aunque no quiera. Te recuerda y se lamenta. Y aunque yo quiera decir mentiras, vos sos mi verdad.

Perdonáme, pero no. No me puedo callar, no puedo negar que me hieren tus palabras, que mastico rabia cuando te escucho. Es ilógico, me hablas como si fuésemos maniquís, como si vos no me dolieses, como si yo no sintiese. Y no, no es así.

Entonces, mientras vos sigas siendo de verdad, yo voy a seguir llorando. Voy a llorar hasta secarme, hasta que las tripas se encarguen de arrastrar al corazón por los ojos. Y quizás ahí, cuando el corazón deje de latir, cuando desaparezca de acá adentro, pueda convivir con tu recuerdo.

6 comentarios:

Ersa dijo...

Crudo, romantico y como siempre sentimientos idolatrados por la mistica con la que escribis. Todo nos duele el doble, el triple o mucho mas de lo que deberia. Somos estos seres extraños a los que les encanta amar, aunque eso nos lleve a sufrir.

Me gusto!
Y sabelo que siempre hay que caminar por un tunel muy oscuro mientras lloramos, para luego salir de ahi y sonreir :)

(comento porque tengo ganas.. y que!?)

Anónimo dijo...

Me queda la duda de si ya lo venias pensando o si surgió después de la foto.

Ya no se si decir que un texto esta bueno o no, es como en el concierto, hay canciones que por mas ritmo que tengan, las letras no te piden que aplaudas, si no todo lo contrario. Y este -y casi todos los tuyos, por que no decirlo- texto no me dice «decime si te gusto o no», me dice otra cosa, mucho mas personal por ahí, no sé, pero así nomas es la vida.

Tatiana dijo...

"hablo para opacar lo que realmente quiero decir." me gustó. Me sentí identificada cuando expresaste eso. Y más que nada, atrapada por lo que escribiste.

Seguro que no escribiste esto durante la charla de hoy, no? Ja.

dijo...

Sin palabras, impresionante. Eres muy talentosa bubu, y te quiero mucho :). Hubo un par de frases que me mataron. Hablamos che

♥aamyy♥ dijo...

ke especial!
a mi igual me gusta este lugar...
gracias por pasar, un beso!

Anónimo dijo...

Me hizo acordar a un tango...

Muñequita de trapo
vestida de Pierrot,
nunca tendrá tu pecho,
amores ni ilusión,
nunca podrás vivir
nunca podrás querer,
muñequita de trapo,
corazón de papel.


Y me llevo lo mismo que citó Tatiana: hablo para opacar lo que realmente quiero decir