lunes, 13 de octubre de 2008

Una mañana

Las ganas de morderse las bocas, de chocar las lenguas y moverlas con deseo. La ansiedad por sentir el sabor ajeno mezclarse con el propio y, así, confundirlo.
El río y su paso rápido por la tierra y su piel, la brisa primaveral los encontró con el abrazo entero y las miradas perdidas.
La mañana los descubrió fundidos en las ganas de devorarse los labios ajenos, de sentir la piel erizarse con el paso del viento, de achicar los ojos hasta no ver por el brillo del sol. La mañana los encontró juntos… pero también los separó.

1 comentario:

Chapu M dijo...

"La mañana los encontró juntos… pero también los separó."

Guauuuu...


Sin palabras...

Guauuu...