domingo, 29 de agosto de 2010

No estoy durmiendo



Eran las tres de la mañana y, tal vez, debía dormir. Pero no quise, prefería retener entre los párpados a tus ojos café cuando se hacen dos ínfimos puntos que se pierden en el infinito; prefería acordarme de las pecas que se desnudan cada vez que miras al sol.
Me levanté de la cama y no dormí hasta repasar cada centímetro de tus labios, de tus manos inquietas. Me levanté y creí estar dormida. Antes, solamente cuando soñaba la sonrisa no se esfumaba, solamente en la almohada podía encontrar lo que buscaba. Y ahora, ahora tu piel me obliga a despertar, me devuelve a la realidad de la que siempre quise escapar.
Las horas nos siguen descalzas, sigilosas; sin notarlo, todo rezuma en vértigo, en un cosquilleo incesante que nos invita a lanzarnos a un abismo, a un devenir del tiempo que no espera o nos espera. Y te tengo cerca y los cuerpos tiemblan, las palabras parecen pocas y los silencios vuelven en una brisa que despeina pero no incomoda.
Y aunque quise escaparme, estás acá. Y cada nudo se va atando, se van armando de coraje las palabras que nunca antes quise decir, y salen, salen al mundo a abrazar el aire, a estrellarse contra tus oídos que las escuchan sin miedo.
Nos animamos a saltar sin saber a dónde vamos, caemos sin saber dónde está el suelo. Las tristezas se van borrando, se alejan en el vuelo. Y el vértigo se vuelve dulce, casi perfecto.
Y, aunque parezca incierto, estamos cerca y no estoy durmiendo.

1 comentario:

Ersa dijo...

Todos juntos al abismo!

Siempre disfruto de tus palabras en mi monitor, porque me gusta bastante tu forma de expresar no lo que sabes sino lo que sentís.

Te adoro :)