martes, 23 de diciembre de 2008

En vano

Siempre que me encuentro con las palabras es porque estoy al borde del abismo, rozando con mis labios el dolor, tratando de descuartizar sentimientos que no deberían estar donde están.

Siento que todo es en vano, tu sombra no deja de oscurecer mi mirada. Cuando por fin siento que mis piernas logran levantarse y dejar atrás tanto vacío, te encuentro en cada piel que toco, en cada palabra que digo, te escucho en el silencio de las noches y en la distancia de los sentimientos. Te descubro detrás de cada uno de mis miles de fracasos, tan sonriente, tan hiriente.

Te encuentro ahí, en cada persona nueva, en cada retazo de futuro. Y, quizás, hasta te busque en cada extraño sin darme cuenta.

Me costó un río de lágrimas inauditas, noches sin sueños, dolores punzantes en el alma… me costó tanto querer olvidarte.

Quizás en Diciembre, con el fin de la primavera, el presente comenzaba a desmenuzarse en mi boca. Sí, volvía a sentirme, ya no me desconocía. Me había empezado a reconocer en las palabras, en las miradas y hasta en la piel. Los sueños hacían grietas entre tantos recuerdos pesados, comenzaban a florecer. Ya no me dolían… hasta sonreía.

Una nueva ilusión se inventaba entre mis entrañadas, se agigantaba con cada frase, con cada contacto. La ilusión de volver a sonreír de verdad y para siempre, aunque para siempre solo signifique una cantidad finita de tiempo. La ilusión de volver a sentir las cosquillas en la piel, los vaivenes de la confusión, los tragos de felicidad.

Pobre ilusión ilusa, tan incoherente e inconsciente, tan de papel. Duró lo que un pestañeo, lo que un abrazo de despedida. Pobre ilusión ilusa, creció tan de golpe que sus cimientos no existían, se derrumbó con la primera brisa de la noche.

Y siempre todo es tan igual. Y siempre, todos los ríos desembocan en el mismo cauce. Y siempre, siempre vos.

Tanto abrigarse el alma y enjaularla para terminar pensando en vos. Tanto escaparle a un sentimiento que solo existe en mí, a un interminable pasado que se repite una y mil veces en mi presente, tanto todo para que siempre seas vos.

Todas las cicatrices me llevan a tu piel, y con un segundo de tus frases superfluas ya sonrío. ¡Y cómo duele! Cómo duele un mundo paralelo lleno de ilusiones destruidas, duele y destroza saberme tan débil, tan vulnerable a tu mirada. Duelen el alma y los ojos cargados de lágrimas a punto de lanzarse a recorrer las mejillas.

Y después de todo, lo más paradójico, lo que más duele y asfixia es mi verborragia, mi inútil verborragia. Tener la boca saturada de palabras, hablar y, en realidad, no decir nada; censurar los sentimientos; hacer de cuenta que desde hace años no me pesa el alma. Siempre pretendiendo arraigarme a otras personas, amarrar mis ilusiones a extraños. Y siempre que las ilusiones se derrumban… volver a vos.

Y sí, quizás, todo es en vano. Desde querer desprenderme del pasado hasta llorar por las nuevas ilusiones rotas, dando un paseo por las ganas de arrancarme el corazón, los intentos de comenzar una vez más, los deseos de encontrar lo que busco. Quizás todo es en vano porque, cuando me doy cuenta, siempre termino llorando por vos. Quizás todo es en vano porque, después de todo, tu sombra siempre termina opacándome los días.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguía tu fotolog, no entré por un tiempo, y ayer lo encontré cerrado. Y no sé cómo carajo te encontré acá.

Sólo decirte que es un placer leerte, un placer doloroso, sabiéndote dolorida, pero placer al fin.

Habrá que podar esas ramas que no dejan pasar el sol.

Anónimo dijo...

Espero que te espere un verano con más luz.

Que bueno es leerte.

Volví. De a poco, pero volví.

Saludooss!