domingo, 21 de septiembre de 2008

Menos oscuro

Se desviste sin pensarlo. Deja que su cuerpo sea coronado por el crudo invierno que acompaña a la soledad.
Su piel se deja retorcer por los recuerdos amargos. Su mirada se escapa hacia el crepúsculo que la ve desnuda y vacía desde arriba. Se deja caer entre margaritas y sueños inconclusos, entre tardes y noches que aún no llegaron.
Se pregunta sin pausa ¿dónde quedaron las ilusiones cercanas y la locura inaudita de saberte suyo?
Y ahí te encuentra. Tan devastado y lleno de desesperanza como ella. Bebe de tu sangre mientras se sacia de placer, se mezcla entre tu carne para sentirte otra vez.
Y se revuelca, juega entre tus huesos fríos, esos que alguna vez entibiaron sus inviernos con desinteresada libertad.
Ahora se corrompen en silencio, sin pronunciar un grito de dolor. Se despedazan sin miedo. Y entre lágrimas furtivas se entienden sin decirlo.
Los cuerpos se despiden destilando su futuro, agarrados de la mano parten hacia un sol menos oscuro.

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