domingo, 21 de septiembre de 2008

De las cosas que quiero darte

Quiero darte una mirada húmeda y profunda, que inunde las sequías de tus ojos.
Quiero darte alas jóvenes, limpias… libertad fresca.
Quiero darte sonrisas inmaculadas, sin muecas siniestras.
Quiero darte noches eternas de luna llena, amaneceres claros y atardeceres despiadadamente anaranjados.
Quiero darte la calma del río en las siestas de verano, el placer de sentir a las hojas secas –en otoño- crujir bajo mis pies.
Quiero darte la firmeza de la tierra y lo volátil del cielo.
Quiero darte una razón, o un millón de ellas, para seguir respirando el mismo aire.
Quiero darte, besos después, una despedida con sabor a bienvenida de lo que efímeramente se escapa entre las arenas del tiempo.
Quiero darte, besos después, un recorrido por mi impenetrable piel.
Quiero darte, besos después, besos también.
Quiero darte furtivas lágrimas de felicidad, momentos que aún no llegarán.
Quiero darte sombra en la escuridad, restos de algo que no va a sobrar.
Quiero darte una parte de nuestros mundos aparte.
Quiero darte las cosquillas, las palabras y las quejas; los silencios inoportunos y las frases incompletas.
Quiero darte la incoherencia que te falta.
¡Y cuántas cosas más quiero darte, que ni siquiera las recuerdo!
Pero antes de darte lo que quiero que tengas, quiero darte un alma, una piel, una esencia.
Quiero darte un nombre, y nombrarte cuantas veces quisiera.
Y así, quizás, lograr que más allá de mi mente… existieras.